Redes Sociales, Campaña Política

La base de la política es la comunicación porque no hay política sin diálogo, sin disputa por el sentido de lo público, sin movilización sentimental, sin lucha por la visibilidad en la esfera pública. Esa lucha se juega en la comunicación a través de estrategias, campañas, mensajes, medios, eventos y creatividad pública; que será contada desde la lógica del entretenimiento y se convoca desde y hacia lo emocional.

La finalidad de los movimientos sociales y las acciones políticas es de movilizar y llamar la atención de los ciudadanos para apoyar a algu­na causa o acción con el objetivo de influenciar a las personas para que actúen en un proceso ya sea político o social por los representantes de dicha sociedad.

En el caso de los líderes mediáticos, el problema es que se en­frentan a la gente, la audiencia, los votantes o los consumidores que no tienen cara y ojos, porque son sólo estadísticas. No basan sus decisiones en las necesidades concretas de una persona sino de una media ponderada.

la verdadera política es precisamente aquella que comparte los valores de la Web 2.0: conocer, dia­logar, ser transparente, compartir, colaborar. En definitiva, el espíritu 2.0 forma parte de su misma esencia, no es una etiqueta que se pueda añadir.

El político 2.0 no se define como un usuario o quien incorpora las redes sociales en sus propagandas políticas, sino que es quien adopta y asu­me una actitud adecuada como base y principio de su campaña. La actitud adquirida debe ser so­cial, abierta, participativa independientemente de las herramientas tecnológicas que sean utilizadas.

El 2.0 es más bien un proceso, un camino, más que un re­sultado. La política ya no puede quedarse al mar­gen, pero tampoco pueden hacer uso de las redes sin comprender por qué lo hacen o que éstas son un proceso de transparencia y un sistema abier­to y colaborativo. La información circula a tiempo real, sin fronteras, lo que probablemente afectará al pensamiento de los políticos tradicionales, pero motivará a los nuevos políticos quienes saben que la red no es un fin sino un medio—una for­ma—para organizar la interacción humana.

La virtud de los po­líticos es que el uso coherente y social de la web no se basa en la tecnología, sino de la filosofía e ideología con que se tomen las activi­dades y actitudes a través de ésta; es así como el político debe hablar menos y escuchar más. Los sujetos que siguen su partido serán quienes se encarguen de desarrollar el marketing necesa­rio a través de una demostración de esta persona tal cual es, no debe solo parecer, sino ser, ya que las redes serán la carta de presentación de sinceridad y autenticidad.

Las redes sociales crean las nuevas formas de comunicación, a través de la conectividad e in­teracción, las noticias llegan preliminarmente que a través de la prensa tradicional; pero no hay que centrarse en cuanta gente te sigue, sino centrarse en el valor que se genera.

Las elecciones y las redes sociales no son bases de datos a través de las cuales se genera un “virus informativo o propa­gandístico”, el potencial que tienen estos medios es que son un valor de uso que puede utilizar el poder del discurso, de la convocatoria, de la mo­vilización y llegar hasta impulsar el llamado a vo­tar. La idea principal de los medios tecnológicos es interactuar con las experiencias o sentimien­tos de los sujetos para que estos sean reflejados en una forma espontánea de reciprocidad hacia el candidato.

Seria un grave error preocuparse más de tener presencia en ellas, que de la interactividad que pueden generar con su pú­blico.

Hay que destacar que el número de segui­dores en cada una de las redes no es una evidencia real de los votos que se generarían para los can­didatos, ya que las personas en las redes pueden seguir a uno o a todos los candidatos sin restric­ción alguna, lo que pueden hacer “es marcar una tendencia”.

Actualmente el uso de las redes sociales es atractivo y se utiliza, pero el hecho comunicativo en base a estas redes se torna complejo en nuestro entor­no. No por las limitaciones de acceso a internet como podría pensarse más bien por los conflictos ideológico que se muestran desde simpatizantes u opositores. El diálogo en nuestra sociedad se ve todavía invadido por el romanticismo político y no por la razón.

 

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